En su conjunto, pueden agruparse en dos modelos fundamentales: las torres de distribución, que son aquellas que se usan para pequeñas distancias y bajos consumos, y las torres de transporte: utilizadas para proyectos de grandes distancias y con capacidad de transporte energético.
Las torres eléctricas tienen como objetivo soportar el peso de los conductores y alejarlos del suelo transmitiendo todos los esfuerzos a las cimentaciones.
Tanto las torres de distribución como las de transporte pueden ser, a su vez, de suspensión o de amarre. Como su nombre indica, en las torres de suspensión los cables están suspendidos a través de aisladores. La función del aislador es separar el cable de la torre ya que, en caso contrario, la corriente que llevan los cables se iría a través de la torre al suelo. Estos aisladores están hechos de vidrio, silicona o porcelana y son elementos que no conducen la electricidad. Para las torres de amarre las estructuras están obligadas a ser más robustas con una cimentación mayor ya que se utilizan principalmente para los cambios de dirección de la línea, soportando mayores esfuerzos longitudinales y transversales.
